Existen varias historias alrededor del origen del café; la más aceptada de las versiones es la del pastor llamado Kaldi, cuando llevando a pastar sus cabras, las descubrió saltando y desplazándose aceleradamente después de comer las hojas de unos arbustos de frutos rojos. Kaldi se extrañó y probó algunas hojas del arbusto experimentando en carne propia el bienestar y la energía que demostraban sus cabras.
Kaldi llevó a una religioso musulmán unas ramas de la mata y le relató lo sucedido, éste las probó y escupió, lanzándolas al fogón mientras expresaba su desagrado por el sabor amargo de sus hojas, en minutos quedó cautivado del aroma que emanaba del fogón, que para ese momento, había perfumado toda su casa; de ahí en adelante, la servidumbre siempre tostaba al fogón bayas de la mata de Kaldi. Un día el cocinero las agregó al agua para perfumarla y accidentalmente la probó!!…de ahí que se creó el café como bebida.
Esta historia probablemente apócrifa, es bastante difundida por el mundo del café, pero las versiones de su origen son numerosas y los criterios imposibles de unificar, lo que sí se sabe, es el que el café es de origen africano, presumiblemente de la región que ahora ocupan Etiopía y Sudan, que ingresó a Europa alrededor del año 1600, por su popularidad entre los moros, los religiosos católicos le llamaron la Bebida Diabólica; se decía que cuando el diablo había prohibido el vino, por simbolizar la sangre de Cristo, había creado esa bebida horrible, bebida negra como su alma.
El Papa Clemente VIII, cuando probó el café dijo en latín: “Questa bevanda del diavolo è così buona… che dovremmo cercare di ingannarlo e battezzarlo” lo que significa “Esta bebida del diablo es una cosa tan buena, que vamos a engañar a Satanás, bautizándola y santificándola”. Lo que terminó con la prohibición y permitió la popularización de la bebida en toda Europa.
Se cree que el responsable de que el café llegara a América es el Capitán francés Gabriel Mathieu de Clieu, que en 1974, se robó una mata de los invernaderos privados del Rey Luis XIV; el francés trajo en el barco su arbusto de café, al que cada día regaba con un poco de agua dulce de la que dependían todos los marineros; pronto el agua se iba escaseando, pero la mata de café recibía su ración, incluso con el aparecimiento de marineros deshidratados, de Clieu siguió regando su mata de café. Se dice que apunto estaban los marineros de un motín, cuando avistaron tierra, habían llegado a la Martinica, en donde de Clieu, estableció su plantación; actualmente, más de 16 millones de matas florecen en la isla año con año.
El café fue traído a El Salvador por el entonces Presidente de la República, el Capitán General Gerardo Barrios, aproximadamente en 1861 y sembrado por primera vez en Capayguantique (ahora Ciudad Barrios) en la finca Gavidia propiedad del propio Presidente.