Madalosso

Madalosso en Curitiba

La primera vez que visité Curitiba me impresionó muchísimo; está considerada por muchos una de las ciudades mejor pensadas del mundo. Curitiba es la capital del estado de Paraná, con unos dos millones de habitantes, es la ciudad más importante del sur de Brasil, y está llena de oriundos que, inmediatamente te identifican como turista, empiezan a dispararte datos sobre su ciudad y nivel de vida que evidentemente los llenan de orgullo y reafirman su cariño por la ciudad.

Los magníficos ítems de Curitiba, de boca de los locales, es que tiene el mejor sistema integrado de transporte público, que la ciudad había sido declarada Capital Cultural de las Américas, que recibió el más alto honor de la ONU por su cultura ambiental (el United Nations Environment Award), que era ciudad modelo visitada por alcaldes de todo el mundo que querían mejorar las cosas, que eran la 5ta mejor ciudad para invertir en América Latina, que tenían más metros cuadrados de parques y espacios naturales que ninguna ciudad del planeta y que tenían el Restaurante más grande el mundo. Como este es un artículo de gastronomía vamos a detenernos en este curioso dato.

Como todos mis amigos saben que cocino y que la gastronomía me apasiona, a la primera oportunidad me llevaron a conocer el Madalosso. Es lugar es inmenso, como entrar a un centro comercial, pues tiene más de 900 espacios de parqueo, 4,920 personas pueden comer al mismo tiempo, tiene un staff de cocina y meseros en rotación con más de 800 personas, y un espacio para mesas de más de 8,000 metros cuadrados. Simplemente impresionante.

El Madalosso está bien pensado, funciona por módulos de tal forma que puede albergar pequeños y grandes eventos, inclusive puede ordenarse diferente de acuerdo a la locación en donde uno se siente, pero lo estrictamente tradicional en el lugar es una modalidad de servicio que era totalmente nueva para mí.

El mesero ofrece las bebidas y cuando regresa con ellas otros meseros ponen platos vacíos en cada lugar y juegos de cubiertos; acto seguido empiezan a colocar en la mesa unos platos ovalados de tamaño personal, pequeños cazos y ollitas, con diferentes platillos, para que cada quien se sirva del centro de la mesa, como en casa. Arroces, ensalada, sopas, albóndigas, una combinación que no es necesariamente igual en cada mesa, y que se complementa con meseros que constantemente pasan por la mesas sirviéndote, directamente en tu plato, una amplia variedad de carnes y pastas. Como en una churrasquería de rodizio, los meseros dejan de llegar a la mesa con más comida hasta que tú dices que paren.

Me invitaron a conocer la cocina en la que tuve la oportunidad de conversar con Flora Madalosso, una agradable mujer italo-brasileña que dirige las cocinas de este pequeño imperio gastronómico, que está ubicado en el corazón en el barrio de Santa Felicidade, su aspecto es afable y su risa bonachona, pero sin duda su personalidad tiene el temple necesario para dirigir este pequeño ejercito privado.

En su próxima visita a Curitiba, en el sur de Brasil no olvide visitar sus fabulosas churrasquerías, pero reserve un tiempo para vivir la experiencia de Madalosso.

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