Vacaciones en Las Vegas. Estuve esperando tanto tiempo para llegar a Las Vegas y tengo todo planeado, incluso dinerito para apostar. ¿Ruletas?, ¿Tal vez algo de Poker? Pero la estrella del show, lo que más emocionado me tenía de mis vacaciones aquí, era ir a visitar un tipo de restaurante al que normalmente le huyo, hablo de los bufetes; en donde la comida nunca está caliente, todo tiene un saborcito parecido, frecuentemente algo feo y aunque los precios son buenos, realmente nunca me han parecido que valga la pena pagarlos.
¿Cuál es la diferencia? Primero, estamos en Las Vegas, considerada la capital mundial de bufete; segundo, este lugar está siendo cada vez más reconocido como el mejor bufete de la ciudad; tercero, este bufete ofrece más de 500 opciones para sus comensales, 15 chefs de cocina en todo momento, comida mexicana, china, española, japonesa, barbacoa sureña (de Estados Unidos), menú completo de mariscos, los cortes más finos de carne, postres, estación de crepas. En otras palabras, esta gente no anda con babosadas, tiene desde cortes de carne wagyu hasta tamales. Estás son sin lugar a dudas las ligas mayores.
Se llamaba Bacchanal (bacanal en español), está en el Hotel Ceasars Palace, cuentan con aproximadamente 3,500 visitantes por día, 5,000 los fines de semana, incluye bebidas ilimitadas y un bar abierto por treinta dolaritos más. La espera parece considerablemente larga, estimé que dos horas para sentarse, lo cual fuera un grave problema si no estuviéramos en un Casino y en las Vegas, nos fuimos a buscar las mesas de Texas Hold’em, pero encontramos el Blackjack primero. Una hora después recibí el mensaje que estaba esperando, teníamos un lugar listo, era momento de cambiar de mesa, del casino al bacanal.
El lugar es fantástico, todo se veía exquisito, todos los aromas que uno encuentra cuando camina por el bufete son increíbles, el cuidado con el que todo está puesto destaca cada plato. Las bandejas no son gigantes, por lo que no hay mucho servido al mismo tiempo y mientras todos ocurre, hay un cocinero preparando otra tanda detrás de la que ya se está acabando, de tal forma, que todo esta recién cocinado y se mira fresco, caliente y apetitoso.
Comenzamos con la comidita china, of course. Pollito Kung Pao, Cerdito Szechuan, Pollo del General Tso, unos rollitos de vegetales. Todo estaba tan rico y fresco como se miraba, tan preparado al momento, que me sirvieron el cerdo directo de la sartén; que cosa más increíble, grandes sabores para todo.
Siguiente parada: comida Japonesa, me serví unos rollos de sushi y unos yakitoris; me siento mal por decir esto pero el sushi no estaba tan rico, me decepcionó un poco. pero el pollo de los Yakitori estaba increíble, tenía un acabado perfecto y, la verdad, yo mismo sentí que fallé en la estrategia y me vi obligado a volver a la mesa de bufete y volví a servirme. Que les puedo decir, hasta los profesionales cometen errores.
Se acabó el primer cuarto y nos tomamos una Dr. Pepper, porque Pepsi no está bien y a falta de Coca. Nadie nos paga por decir esto, aunque deberían. Ahem ahem.
Suena el pito y regresamos al ruedo, ahora vamos por la comida española, gazpacho toma la bola al centro y aunque el almidón siempre es recomendable evitarlo en un bufete, esa paella va a ser mía. La oferta de los quesitos y embutidos bastante buena, es más, nos volvimos a servir otra vez de la estación española. Vamos por los Mexicanos, literal, pero aquí solo venimos por un taquito nomás, nada que reportar. De manera sutil hay establecido una trampa a medio recorrido, una estación de pan. Advertí a mi grupo que el pan es la trampa del bufete, ignoraron mi advertencia, un error del que seguro se arrepentirían después.
Ahora vamos a la estación que va a determinar si este artículo se iba a escribir o no: Las carnitas. Que teníamos en frente? Lomo de aguja, tri-tip, ribeyes y un corte de wagyu que estaba tan suave como la mantequilla, tan maravilloso que está presente en mis sueños desde ese día cada vez que cierro los ojitos. Todos deliciosos, el ribeye pudo haber sido de mejor grado pero costaría lo mismo que cuesta toda esta cena, se las voy a pasar. Hubiera preferido un puyazo, coulotte o una picañita como usted le quiera llamar.
Medio tiempo, otra gaseosita.
Nos saltamos la comida sureña porque sentíamos que era puro relleno, puré de papas, tatter totts o sea más papás y papas fritas y macarrones con queso. Les prometo que se ven ricos, pero tengo en mente esa isla de postres. Tenemos una misión. Solo nos faltan los marisquitos, cual es la oferta fuerte? Las piernas de cangrejo, tienen dos… no tres estaciones de piernas de cangrejo, los cocineros apenas pueden mantener la demanda. Hay un salmón tan delicioso que me pone débil y escargots (caracoles)… una vez bastó, me siento alegre pero con el tanque casi full, tenía que pasar de la idea de repetirme.
Ultimo descanso, ahora se siente la presión, literal.
Con lentitud de movimiento y sintiendo la enorme responsabilidad con nuestros lectores (s, definitivamente alguien tiene que sacrificarse por la afición) ataqué la mesa de postres. Yes, please! Empezamos con unas tartas de key lime, unas… se hicieron varias, pero quien lleva la cuenta? Creme brules le siguen y están un poco simples, de nuevo no es justo que los mal califiquemos por ello, no lo haré. Que sigue? Tal vez los 30 sabores de gelato que tengo enfrente. Probé 10, me quedo con el café quemado, que cosa más increíble, también el de naranja y mantequilla estaban obscenos de ricos. Ahora, tengo que ser sinceros amigos, ya no puedo comer más, pero estoy tratando de escribir antes de entrar en una hibernación que una rallita más y es coma.

Si van a Las Vegas, vayan ahí amigos, no pierdan el tiempo en ir a otro buffet. Más o menos 65 dólares por cabeza, podrían ser $100 y los pagará feliz. Me retiro hasta la próxima primavera.