¿De dónde viene la panza de bolo?

Prácticamente a todos nos gusta una cervecita bien helada, sobre todo en los meses de calor, frente a un coctelito de camarones o en el medio de una rueda de buenos amigos, un par de copas de vino en una buena cena o unos tragos de ron o whisky en una fiesta. Sin embargo, esto puede ser agravante de nuestro peso o un verdadero dolor de cabeza si estamos queriendo dejar las libras de más.

¿Por qué el alcohol engorda?
Todo aquel que ha consultado con un nutricionista ha escuchado de las “calorías vacías”; con este término se conoce a las calorías que se suman a la dieta diaria, que provienen de la comida que engorda pero que no alimenta; son comidas altamente energéticas que física y metabólicamente hablando solo sirven para elevar nuestro peso y aumentar nuestra talla. Justamente aquí se encuentran clasificadas las bebidas alcohólicas.

Al momento de hablar de las consecuencias para el peso, por el consumo de alcohol, las personas aficionadas a la cerveza prefieren ver hacia otro lado y los aficionados a los licores parecen razonar que lo que engorda es la cerveza, por ser un fermento de cereales y que por eso toman licores destilados; sin embargo, cada gramo de alcohol contiene unas siete calorías vacías por lo que no es difícil comprender que el alcohol engorda. Algunos dicen que esto no es tan grave porque las grasas aportan nueve calorías por gramo, nada más lejos de la verdad porque el organismo sí necesita grasas para funcionar, pero no necesita el alcohol.

Otro factor negativo es que el consumo de alcohol descontrola los niveles de azúcar en la sangre y se ve reflejado en inusuales aumentos del apetito, todo esto debido a las calorías vacías del alcohol, por lo que se deben aumentar las calorías de lo que se come en medio del beber.

Sin embargo, debemos aceptar que no todas las bebidas alcohólicas engordan igual, por lo que una copa de vino tinto, por ejemplo, no es lo mismo que una de whisky. El vino tiene unas 85 calorías cada cien gramos, el whisky tiene 240 calorías, mientras el whisky tiene unos 43 grados promedio de alcohol difíciles de digerir contra la copa de vino que se puede quemar caminando durante 15 minutos y, además, incorpora propiedades vasodilatadoras y antioxidantes si se bebe con moderación.

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